Jonar Cubillán
Una patineta de hierro y un microscopio antiguo traído de España fueron los juguetes que sembraron la curiosidad por la ciencia y la tecnología en Jonar Cubillán durante su infancia. En la actualidad, con 26 años y graduado de ingeniero petrolero, se encuentra diseñando una máquina que podría ser capaz de transformar la atmósfera de Marte, con la que compitió en un evento organizado por la agencia espacial estadounidense NASA y fue elegido como uno de los mejores.
Apoyado por el Instituto de Investigaciones Petroleras de LUZ (Inpeluz), de la Facultad de Ingeniería, está dispuesto a conquistar la gloria con esa máquina. Según Cubillán, el proyecto tiene gran impacto social, pues si se puede modificar la atmósfera de Marte resulta más fácil hacerlo con la de la Tierra, y mucho más fácil transformar la atmósfera que rodea un pozo petrolero.
“La mayoría de los pozos venezolanos tiene más de 85 años de producción y necesita un método adicional de recuperación mejorada, la cual se lograría con inyección de nitrógeno y oxígeno para disminuir la viscosidad de esos crudos, o disminuir los problemas de avenamiento”, explica el joven investigador egresado hace tres año del Instituto Universitario Politécnico Santiago Mariño.
Con un lenguaje técnico, cuenta que el sistema de gas lift es el más efectivo en cuanto a levantamiento artificial se refiere, pero usa gas metano. En cambio, su propuesta consiste en la inyección de nitrógeno por el anular para este tipo de tratamiento.
Interesado en la ecología y en la protección del medio ambiente, su máquina portátil tiene semejanza con los árboles en cuanto a apariencia. Jonar participa en la competencia de este año organizada por la Nasa, que tiene como objetivo analizar los anillos y planetoides de Saturno; solo espera los resultados de Brasil e India para conocer los ganadores. Anteriormente, participó en el evento enfocado en producir nuevas tecnologías para terraformacionar a Marte.
Tocando puertas
Consciente de que su proyecto puede tener buenas consecuencias, presentó la propuesta al Instituto de Tecnología Venezolana para el Petroleo (Intevep), tuvo una entrevista, pero aún espera respuesta. Asimismo, la planteó al director de la Escuela de Petroleo y al Departamento de Gas.
Agradece a LUZ que le haya abierto las puertas de la institución y le dé la oportunidad de usar la infraestructura tecnológica y de aprender con el personal académico que aquí labora.
Gracias a su trabajo, ha conocido gente y empresas que le han aportado guías y lo han apoyado moralmente, algo que para él es suficiente. “Afuera hay muchachos que tienen ideas brillantes, pero no son escuchados. Yo he decidido levantar mi bandera. Quiero poner mi máquina en Marte, y la voy a poner”, dice Jonar.
Cuando termine el diseño quiere implantar el primer prototipo en LUZ, porque a su juicio él es la mejor universidad. Adicionalmente, tiene la invitación de un norteamericano para patentar su máquina.
El interés de este joven en crear diseños propios se debe a que no esperará que llegue un ruso, un japonés o un alemán a imponerle los suyos. “Yo les impondré mis propios diseños”, afirma.
Un país afortunado
A su parecer, Venezuela es un gran país: “Tenemos todos los minerales de la tabla periódica; somos una potencia, pero no nos damos cuenta. Por mucho que intentemos terraformacionar a Marte y nos vayamos hasta allá, pero si somos desordenados y no nos respetamos unos con otros aquí, allá será igual. La marginalidad se lleva en el pensamiento. Quiero llevar esta Universidad a lo más alto, enseñarles a otros cómo se empieza de cero y se consigue la gloria”, expresa con entusiasmo.